LA FORTUNA DE TENER AMIGOS
“Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta” -R.W. Emerson.
Mi querido viejo: desde que yo era pequeño mi padre me habló de la importancia de los
amigos, “¡qué bueno que tienes muchos amiguitos!”, -decía-, “son y serán muy importantes
en tu vida”. Muchos años después, encuentro que he tenido muchísimos conocidos, muchos
compañeros, y muy buenos amigos, y esta distinción es importante, porque seguramente tu,
querido viejo, has encontrado en tu vida cientos, tal vez miles de personas que ha tenido
que conocer y tratar, de esas, muchos habrán sido compañeros tuyos en la escuela, en la
universidad, en tu trabajo, en tus viajes, etc., pero de todos ellos, hay algunos, pueden ser
muchos o no, que se han convertido al paso del tiempo en tus buenos amigos.
Y si es así, querido viejo, dale gracias a la vida, porque un buen amigo es más que un
hermano, porque sin compartir los genes, comparte su vida, sus sentimientos, sus afectos,
sus ideas con más profundidad que un hermano o un primo.
Pero además, yo siempre he pensado que la amistad, la amistad verdadera, es como una
planta, que se debe cultivar con esmero, se debe cuidar con cariño, se debe podar cuando
sea preciso y se debe disfrutar siempre.
Tu sabes bien, querido viejo, que un buen amigo no es el que siempre piensa como tú y
siempre está de acuerdo en lo que tú piensas o lo que tú haces; un buen amigo es aquel que
es capaz de escucharte sin creer que tiene derecho a dirigir tu vida, un buen amigo es aquel
que sabe disentir sin ofenderte y sabe encontrar el momento para decir lo que piensa de tal
manera que la relación perdure, un buen amigo es aquel al que no le tienes que ocultar
nada, porque te conoce con el corazón, es el que tiene la misma alegría al verte después de
años como si te hubiera visto apenas ayer, un buen amigo es el que comparte ideas, gustos,
alegrías, y también penas y sufrimientos.
Y lo interesante es que desde el punto de vista químico, la relación de amistad produce en
el organismo sustancias como la Dopamina, que produce sensaciones de amor y ternura, o
como la Fenilalanina, que genera sensaciones de optimismo y alegría.
Por eso se puede ver a los amigos con un restaurante, o en un jardín, o en el hogar de uno
de ellos, sonrientes, alegres, optimistas, riendo tal vez de chistes que han sido repetidos una
y otra vez, pero que alegran sus corazones, recordando anécdotas de su juventud entre
chascarrillos y risas; las hormonas de la alegría circulan por su sangre y eso además mejora
la función del corazón y causa un bienestar general.
Afortunadamente hay grupos de viejos que se reúnen para charlar, solamente para charlar,
para intercambiar opiniones, ideas, y mejorar sus vidas; IMENA ayuda a que éstas
amistades se fortalezcan y perduren.
Por eso te reitero, querido viejo: procura a tus amigos, convive con tus amigos, disfruta con
tus amigos… esa amistad será benéfica para ambos en salud y bienestar.
Rafael Álvarez Cordero.
Médico y escritor.
