Cuando llegamos a etapas de nuestra vida que preanuncian la llegada de la vejez, como podría ser el retiro, muchos tratamos de comprender, indagar qué es lo que pasa en la vejez normal, no patológica. Es un tema recurrente, es un signo de época. Antes había muchos jóvenes que trabajaban y pocos ancianos retirados; ahora se invirtió la pirámide, no solamente en México, sino en el mundo.
Hay mucha gente mayor, y eso plantea no sólo problemas de salud, sino también sociales y económicos sobre los que es necesario reflexionar. Por ejemplo ¿Cómo deben vivir los adultos mayores retirados?, ¿habría que recluirlos en ciudades paralelas?, ¿o quizás transformar nuestras ciudades en ciudades amigables para toda la sociedad?.
Los gobiernos nacionales y regionales, la sociedad entera debe asumir el desafío de indagar cómo deberíamos vivir los adultos mayores es una etapa de nuestra vida, y obrar en consecuencia. Es un signo "de época". ¿Cómo podríamos entenderlo?. En mi juventud y hasta hace poco tiempo, cuando iba al cine o al teatro y había un personaje mayor, era un joven maquillado de viejo, con talco en el pelo y arrugas fabricadas con cosméticos. Ahora, de repente están apareciendo cada vez más películas donde hay gente mayor que hace de gente mayor, lo que les brinda la posibilidad de seguir activos. Tengo un amigo S.W., 87 años, hace unos cinco años comenzó a participar en un taller de teatro, hoy el y su esposa trabajan de extras en películas y publicidades, hacen de lo que son: Adultos Mayores.
Hay roles para los mayores, porque además hay un público que consume roles de mayores. Si el público fuera excesivamente juvenil, no le interesaría esto. Lo mismo pasa con los libros. Los adultos mayores son grandes lectores. En ese sentido, es una llamada de atención sobre lo que está pasando con la edad. La discriminación por edad es un prejuicio tanto o más arraigado que el machismo o el racismo. Pareciera que por ser viejos, inmediatamente nos convertimos en discapacitados mentales o niños. De hecho, es frecuente que para dirigirse hacia nosotros nos llamen "abuelos", aunque no hayamos tenido hijos, o que nos tuteen sin que exista familiaridad alguna.
Los adultos mayores debemos ser conscientes que determinadas capacidades se van modificando con la edad. Debemos aceptar los cambios lo mejor posible. De hecho, a muchos de nosotros hay cosas que ya ni se nos ocurre hacer, pero tampoco nos largamos a llorar porque no podemos hacerlas.
Hay alternativas. En lugar de llorar amargamente por lo que se pierde, busquemos nuevas posibilidades, otras opciones. Hablamos de ciudades amigables, quien sabe mejor que nosotros los adultos mayores cuales son nuestras limitaciones y nuestras necesidades, transformémonos en voluntarios para colaborar con los gobiernos para lograr ese objetivo.
Marcos Stofenmacher.
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