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EL HIJO DE BILBAO

MI HERMANO, EL QUE NUNCA AYUDA, PERO SIEMPRE CRITICA


Virginia Benítez Gómez.


En la atención y los cuidados que el cuidador primario le brinda a la persona mayor, cuidar de los padres, es tal vez uno de los mayores retos y regalos de la vida; pero en este camino de cuidados, es visible que no todos los hijos se comprometen igual, tal parece que la importancia del bienestar de los padres no es la misma para todos los hermanos, es aquí, donde se hace presente la figura del hermano que no ayuda ni física, ni económica ni moralmente, es el que todo lo critica, el que desde la distancia telefónica quiere dar órdenes y asegura que él podría cuidar mejor aunque paradójicamente nunca se involucra, tal parece que desde su perspectiva la única vida importante es la suya y la obligación de la atención de los padres, es de los otros hermanos.


El gran Carlos Bermejo aterriza el término “Hijo de Bilbao” y lo describe como el hijo que vive lejos o radica en el extranjero, no se involucra, siempre critica y por lo general llega al final de la vida de los padres a querer resolverlo todo, menos hacerse cargo de sus actos y de sus emociones.


Dicha figura del “Hijo de Bilbao” en la relación de los hermanos, influye de manera negativa en la atención, pues es el cuidador primario el que debe además de cuidar, liderar la red de apoyo, organizar y aceptar a los recursos sociales, se ve en la necesidad casi obligada de sensibilizar al “Hijo de Bilbao” para que comprenda que no puede juzgar la atención que no brinda, pues él no cuida.


Entonces, es factible dotar al cuidador primario de estrategias que le faciliten la dinámica de cuidados y la comunicación. Aquí una propuesta de ellas:


  • De ser posible, encontrar a otro hermano con el que el “Hijo de Bilbao” sí se entienda, entonces, apoyarse en este para que comunique, sensibilice y en el mejor de los casos, lograr integrarlo de alguna forma a la dinámica de cuidados.


  • Respecto al “Hijo de Bilbao” no confrontarlo ni hacerlo reflexionar, en ellos esta capacidad no aplica, no entienden de cuidados pues están lejos de ellos, no entienden de dinero más que lo que en algunos casos ellos aportan pues desde su visión ese dinero lo paga todo.


  • Evitar poner a los padres como escudos o intermediarios de la comunicación, a final de cuentas, las personas cuidadas, ven al cuidador primario como su peor enemigo.


  • Lo que sí ayuda, es hablar con la verdad, no disfrazar el estado de salud, expresarlo tal cuál es, sin temor a palabras como enfermedad terminal, cuidados paliativos, dolor, cáncer, síndromes geriátricos, enfermedades crónico degenerativas, muerte, cuidador cansado.


  • Generar en el “Hijo de Bilbao” la necesidad de saber de los padres, sin dar pie a la crítica ni a las órdenes.


  • Invitar al “Hijo de Bilbao” a una video-comunicación donde pueda ser testigo mudo de lo que cuidar demanda.


De la mano de IMENA, empoderemos al cuidador primario, favorezcamos que comunique con el “Hijo de Bilbao”, aquel al que los padres añoran y desean con el alma ver y tener cerca, pero que, para este hijo, tal parece no entiende que sus padres aún viven y cuando ellos mueren, culpan a todos, pero no reconocen la responsabilidad de su ausencia.





Referencia:

Bermejo, C en Cussó, H 2019 El hijo de Bilbao. Hablandodegeriatria un blog para disfrutar de la geriatría. Consultado el 5/09/23 disponible en https://hablandodegeriatria.com/2019/06/10/hijo-bilbao/

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